“Es muy distinto leer y detenerse. El Club de lectura funciona como un punto de encuentro y se está generando una pertenencia en cada grupo. Estoy muy sorprendido y contento a la vez”, explica Felipe Montoya, coordinador del Club de Lectores de la Ciudad, que funciona en el Café Oro, en el corazón de Nordelta Centro.
El Club funciona como un encuentro entre vecinos. Los participantes se reúnen alrededor de una mesa del café cercano a la Parroquia. Allí leen, charlan e intercambian pareceres y, por supuesto, toman un cafecito. Hay dos grupos de 8 personas: uno funciona los martes de 11:30 a 13:30 horas, y el otro los miércoles de 18 a 20. Montoya adelanta que en mayo abrirá otro grupo debido a que hay mucha demanda.
Una dinámica placentera
El club funciona con una metodología simple y potente. Felipe asegura que todo fue armado desde la intuición. Su convocatoria en Instagram tuvo respuesta rápida y arrancaron en marzo. En sólo seis semanas ya leyeron y discutieron dos libros.
“La mayoría son vecinos de barrios de Nordelta que sienten que leer no tiene que ser una acción solitaria. Entonces, nos unimos por valorar el intercambio de lo que leemos. Como coordinador, propuse una lista de libros, algunos vecinos sumaron otros, y se votó por cuál empezar”, cuenta Felipe. El libro de cuentos El matrimonio de los peces rojos de la mexicana Guadalupe Nettel fue el más votado y, con una actitud anclada en el placer por la lectura (y no por la obligación), lo leyeron y compartieron las distintas sensaciones de acuerdo a una lista de disparadores temáticos.
En estos días, los vecinos disfrutaron de las páginas de Las Gratitudes, libro de Delphine de Vigan, y los encuentros tuvieron reflexiones sobre la vida, el paso del tiempo y las pérdidas. En estas horas, la lectura está dirigida a las páginas de La elegancia del erizo de Muriel Barbery. De todos modos, la opción de sumar nuevos libros y autores, siempre está abierta.
Descubriendo Nordelta
Montoya es vecino del barrio El Palmar desde hace algunos meses, pero su historia familiar y artística une su Córdoba natal con la ciudad de Buenos Aires y Nordelta.
“De muy chico viajé a Buenos Aires para hacer un taller de actuación en el estudio de Carlos Gandolfo, y en ese momento supe que quería vivir en la ciudad. Y así fue, después me mudé a Buenos Aires, donde trabajo en producciones teatrales. En diciembre elegí mudarme a Nordelta -explica Felipe sobre su nueva selección-. Sentí que quería más tranquilidad y vivir en un entorno verde. Acá practico deporte, tengo jardín para mi perro, y sentí que era el momento de generar encuentros con otras personas. El Club de Lectura, en cierto modo, funciona como un espacio de intercambio y socialización”.
En este corto tiempo, el Club de lectura está formando una red humana donde no importa demasiado el material de lectura, sino el acto compartido de leer y luego poner en común pensamientos y sensaciones. El Club, en palabras de Felipe, implica “detenerse en lo sutil del encuentro”.